sábado, 2 de enero de 2010

Paraguana en la Historia

El estado Falcón recibe su nombre en honor al reconocido militar venezolano mariscal y primer presidente de los Estados Unidos de Venezuela, Juan Crisóstomo Falcón, quien nació en el hato Tabe en la península de Paraguaná, el 27 de enero de 1820.

A su vez, la palabra Falcón tiene su origen en el latino y proviene de “falco, faconis, halcón” y su nombre genérico es Falconidae, ciertas aves diurnas de pequeñas alas punteadas que vuelan rápidamente y son capaces de suspenderse en el aire sobre cualquier punto para atrapar a sus presas.

Este estado posee gran potencial histórico ya que en la península de Paraguaná se ubicaron los primeros colonizadores europeos en 1502 y allí se consolidaron numerosos movimientos sociales y políticos del país.

Los orígenes de Falcón se remontan al año 1527 cuando se funda la ciudad de Coro y recibe el nombre de “Santa Ana de Coro” por Juan Ampíes, quien lo hizo en nombre de su padre por una conquista que recibió el mismo nombre en Santo Domingo.

Sin embargo, las relaciones hispano-indígenas comenzaron mucho antes, gracias a la excelente relación que mantuvo el cacique Manaure, gobernador y guía espiritual de los caquetíos, etnia predominante en esta región noroccidental con los extranjeros durante sus primeras exploraciones.

La mayoría de los pueblos del estado Falcón reciben nombres propios del lenguaje indígena como Carirubana, Maparari, Mauroa, Tucacas, Coro, Chichiriviche, etc.

De esta forma, “Santa Ana de Coro” es el soporte principal de Venezuela para la época, pues desde allí se organizan posteriormente expediciones para descubrir nuevos sitios para poblar como Barquisimeto, Carora, el Tocuyo, Guanare, entre otros.

A diferencia de otras regiones del país, el proceso de cristianización fue poco traumático ya que las reglas de vida de los caquetíos incluían normas propias del esta religión. Gracias a esto, Coro constituyó el primer asentamiento urbano y, luego de la construcción de la Catedral, el primer obispado de Venezuela, con una edificación que fue inspiradora para otras de la época.

Desde ese momento, la ciudad se convirtió en el punto de salida hacia otras regiones que iría conquistando. Pero en 1528, tras la entrega de la región a la compañía alemana Welser, la historia cambió: Ampíes fue asesinado y la misma suerte corrió Manaure por la sed de ambición del entonces gobernador Ambrosio Alfinger. Tras su muerte en 1533, el pueblo, cansado de los atropellos, toma el cabildo y entrega el poder a los alcaldes Francisco Gallegos y Pedro de San Martín, que demostraron ya desde ese momento el espíritu libertario y de justicia que lo caracterizaría durante todo el proceso independentista.

Luego de esta etapa, la ciudad evolucionó trabajosamente, pero de nuevo se vio devastada tras el primero de dos ataques piratas en 1567 y 1595 por corsarios franceses e ingleses respectivamente.

A pesar de los obstáculos, la excelente ubicación y la cercanía del Puerto Real de la Vela, logró concentrar buena parte del comercio de exportación centro-occidental, cubriendo las zonas de Los Andes, Maracaibo, Santo Domingo, Río Hacha, Santa Marta y Cartagena. Sufrió un duro golpe al invadir los ingleses por segunda vez en 1659 y recibir una violenta tempestad, posiblemente un ciclón que dejó un largo recuerdo entre los corianos, pero no los amilanó. Se dedicaron a desarrollar actividades agropecuarias que se daban fácilmente en estas tierras, fortaleciendo un carácter rural que sólo desaparecería durante el siglo XVIII.

Afortunadamente para la ciudad, el resultado de esta estrategia se tradujo en un alto crecimiento de la urbanidad y progreso.

El 10 de mayo de 1795, José Leonardo Chirinos inició en Curimagua un movimiento que ha sido justicieramente catalogado entre los precursores de la Independencia y de los derechos de los esclavos, y en 1818, Monseñor Mariano de Talavera y Garcés junto a Josefa Camejo, empiezan a mover con habilidad y astucia los hilos de la conspiración.

Finalmente, en 1821, gracias al empuje de las tropas del general Urdaneta, un grupo de patriotas atacó Pueblo Nuevo (Paraguaná), y se apoderó de la ciudad, estableciendo un régimen republicano, “la Primera Colombia”, que significó el inicio efectivo de una guerra particularmente asoladora: se destruyeron varios asentamientos y poblados indígenas y el éxodo masivo de corianos capaces agravó más la situación.

Pero el triunfo de la causa federal en 1863 significó para Coro un tímido y fugaz esplendor, debido, sin duda a la actividad del Mariscal Juan Crisóstomo Falcón, presidente de la República. A él se debieron muchas iniciativas en el área de infraestructura y fortalecimiento del concepto de la corianidad.

Aproximadamente, a la mitad del siglo XIX, los judíos establecidos en el estado lo reconstruyen tanto arquitectónicamente, como económicamente. En la península de Paraguaná se encuentra la refinería petrolera más grande de América Latina, lo que generó una creciente inmigración a la ciudad de Punto Fijo. Anteriormente, el estado Falcón se estableció como la provincia de Coro, pero después de la Guerra Federal, se declara Estado Independiente de Coro. Sin embargo, en la constitución de 1874 es que comienza a llamarse Falcón, como actualmente se conoce.

Inicialmente el estado Falcón figuró en los mapas como la Provincia de Coro. A este hecho se une una generación gestada en el último tercio del siglo XIX, donde poetas e intelectuales, rescatan crónicas y retazos de la historia, ayudados en buena parte por el invalorable legado arquitectónico que fue objeto, junto a La Vela de Coro, del título honorífico de “Patrimonio Cultural de la Humanidad” que otorga la UNESCO en 1993.


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