martes, 19 de enero de 2010

A tres décadas de “La Nueva Estampilla Venezolana”

Publicado en la Gaceta Filatélica Nº 172 Ene/Mar 2008

Era 1978 cuando cuatro diseñadores venezolanos ya se habían reunido para fundar una novel tendencia ilustrativa de la estampilla de nuestro país. Es en esa década cuando se inició una interesante propuesta filatélica que afortunadamente entonces fue abiertamente acogida por las otroras autoridades postales de Venezuela dirigidas por Gonzalo Plaza y con el aval de Miguel Arroyo, en aquel momento director de Museo de Bellas Artes de Caracas. Durante los 1970s, los ya consagrados artistas Nedo (Nedo Mion Ferrairo), Álvaro Sotillo, Santiago Pol y Gerd Leufert establecen una nueva creación de sellos poco convencionales comparados con las tendencias algo tradicionales de aquellas que las venían precediendo entre los 1950s y 1960s. En este sentido, sólo basta pasar las páginas de los catálogo de estampillas venezolanos (tanto Blanco como Aguillón) para notar que en términos de propuesta estética, las proposiciones de estos autores representan un punto de quiebre en el dibujo filatélico de Venezuela. De hecho, fue una de las pocas propuestas modernas en América Latina en ese momento, quizás comparable hoy en día con aquella que observamos a través de las estampillas argentinas donde el diseño y reproducción es de alta factura comparado con el resto de América Latina. Fue entonces, viniendo de la escuela caraqueña de diseño gráfico (1), con el denominador común de haber estado vinculados a la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas, y siendo ellos ya para esa década la vanguardia en la creación de libros-arte (2) y afiches institucionales en Suramérica, cuando deciden aplicar sus conocimientos a un ámbito más diminuto, el ámbito de las estampillas.

Ellos no formaban un simple conjunto de individualidades cada quien trabajando inconexamente, eran de hecho un movimiento orgánico, donde los cuatro se reunían y de manera consensuada escogían un sólo boceto, el mejor de los al menos cuatros (uno por cada persona) que se producían. Su originalidad, en lo general era basada en la sencillez, proporcionalidad y mensaje semántico directo, mientras que en lo particular en el uso de elementos geométricos así como en la simplicidad de los trazos (3). En la cúspide de tal producción, para inicios de 1978, un total de 24 emisiones de estampillas se habían creado. En 1978, la Galería de Arte Nacional edita un volumen especial sobre estos sellos titulado: La Nueva Estampilla Venezolana (4), como catálogo de la exposición de mismo nombre llevada a cabo en ese museo entre el 2 de abril y el 7 de mayo de aquel año. Para el año de la exposición, el primer sello producido por este movimiento fue con motivo de la III Conferencia sobre Derecho del Mar (6 de marzo de 1974) y el último antes de la exposición era aquel con motivo de los Campeonatos Mundiales de Ciclismo (16 de enero de 1978). Este libro-arte (el catálogo de la GAN) y la calidad de su contenido (es decir, la reproducción de sus estampillas) ganó en 1982 el Diploma de Honor de la Feria del Libro de Leipzig, Alemania; la feria de libros más prestigiosa del mundo.

A continuación transcribimos textualmente las biografías de los cuatro diseñadores tal cual aparecen en el libro La Nueva Estampilla Venezolana (1978), es decir justo para el momento en que crearon las 24 emisiones de estampillas pre-1978, a saber, “Gerd Leufert. Nacido en Lituania y nacionalizado desde 1954, realizó estudios de diseño en la Academia de Bellas Artes de Munich, Alemania. Para 1947 es Director del ‘Estudio Prof. F. H. Ehmcke’, en Munich. Entre sus primeras actividades al llegar a Venezuela se cuenta la de Director de Arte de la Revista ‘El Farol’, ha sido profesor de la Universidad Central de Venezuela y de la Escuela de Artes Plásticas ‘Cristóbal Rojas’. Coordinador del Museo de Bellas Artes. Profesor del Instituto de Diseño y Curador del Museo de Bellas Artes, todos ellos en Caracas”.

“Nedo. Nacido en Milán, residenciado en Venezuela desde 1950, donde trabaja como diseñador gráfico y pintor. Profesor de Diseño Gráfico en la Escuela de Artes Plásticas ‘Cristóbal Rojas’, de Caracas, ha realizado exposiciones personales en 1962, 1969, 1969, 1970, 1971, 1973 y 1974, y desde 1951 ha participado en exposiciones colectivas en Venezuela, Colombia, Puerto Rico, Argentina, Estados Unidos, Italia, Alemania, Checoeslovaquia y Francia”.

“Santiago Pol. Nacido en España en 1946 y nacionalizado venezolano, realizó sus estudios en la Escuela de Artes Plásticas ‘Cristóbal Rojas’ de Caracas, haciendo posteriormente estudios de Dibujo Preparatorio en la Escuela Superior de Bellas Artes de París. Desde 1971 hasta 1975 fue profesor en el Instituto de Diseño de Caracas. Ha efectuado exposiciones personales en distintos museos y galerías del país. En 1973, participa en el Intergrafis de Berlín, y en 1976 en la VI Bienal Internacional del Afiche en Polonia”.

“Álvaro Sotillo. Nacido en Caracas en 1946, con estudios de Artes Aplicadas en la Escuela de Artes Plásticas ‘Cristóbal Rojas’ de Caracas y en el Instituto de Diseño de la Fundación Neumann, así como con Gerd Leufert. Desde 1969 hasta 1975 se desempeño como Diseñador Gráfico en el Museo de Bellas Artes de Caracas”.

Finalmente, sólo esperamos que recordando a estos pioneros de la ilustración filatélica contemporánea de Venezuela se pueda inspirar otra generación novedosa, ya que actualmente jóvenes diseñadores venezolanos, originales y audaces, sobran en el país, únicamente falta la voluntad proactiva de aquellos que tienen la “última palabra” para emitir esos pequeños pedacitos de papel que vuelan alrededor del planeta.

Algunas estampillas diseñadas por Nedo, Sotillo, Pol y Leufert. Según las presentadas en la exposición La Nueva Estampilla Venezolana (1978).


Notas:

(1) Con influencia de la diáspora llegada a Venezuela. Por ejemplo, del disegni de la escuela de cinceladores milaneses en el caso de Nedo, el realismo alemán en Leuferd y la gráfica catalana en Pol.

(2) Luego, Sotillo ganó en 2005 el Premio Gutenberg de la Feria del Libro de Leipzig, el premio más importante de diseño de libros del mundo, siendo la única persona del continente americano en obtenerlo.

(3) Esto a su vez parece recordar a la esencia geométrica de movimientos artísticos venezolanos de esa época, como Los Cinéticos (con artistas plásticos como Carlos Cruz-Diez, Omar Carreño, Jesús Soto y Alejandro Otero), que junto con el de los muralistas mexicanos es uno de los dos movimientos artísticos más influyentes, vanguardistas y estudiados del siglo XX latinoamericano. En este sentido, se sugiere comparar los diseños de los cuatro de La Nueva Estampilla Venezolana con la reciente serie de sellos sobre la obra de Soto (Primer día de emisión: 15 de noviembre de 2006), que quizás sea, en mi opinión, la serie impresa en los últimos 5 años que en términos estéticos mejor ha cumplido con estándares filatélicamente adecuados.

(4) GAN (1978). La Nueva Estampilla Venezolana: Diseños de Gerd Leuferd, Nedo, Santiago Pol y Álvaro Sotillo. Ediciones de la Galería de Arte Nacional/Editorial Arte. Caracas, Venezuela. pp. 16.

martes, 12 de enero de 2010

SUMITO ESTEVEZ ..... Un chef con Sabor a Venezuela www.sumitoestevez.com






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Sumito Estévez

Tras culminar sus estudios de física en la Universidad de los Andes, el chef venezolano Sumito Estévez decide aventurarse en el mundo de la cocina en una apuesta que terminó por convertirse en una opción definitiva de vida. Su cocina es una combinación de ingredientes criollos y del exótico Oriente con técnicas y tradiciones culinarias europeas.

Comienza su labor gastronómica en el país en variados restaurantes como Season´s Club (1991), en el Deuxieme Etage (1992) y en la Vinoteca Delfino (1993). En el extranjero, ha dejado su huella trabajando como chef y asesor de prestigiosos restaurantes como Le Bistro en St George´s Granada, Spago en Los Ángeles y en el Restaurante Cacao en Miami. En Caracas, se ha desempeñado en restaurantes como Cathay y fue dueño y chef de “Sumito Restaurante” en Mérida.

Es uno de los fundadores de la Cuadra Gastronómica y es director del Instituto Culinario de Caracas, un sitio para la formación intensiva de chefs que deseen entrar en el mercado laboral. Además cuenta con Kakao Bombones Venezolanos y con una Escuela de Cocina en la cual se prestan servicios de catering. Actualmente es anfitrión del programa “Cocina de autor” del canal de cocina “Gourmet.com”, un espacio en donde representantes de la cocina latinoamericana desarrollan su cocina de autor y descubren su sazón culinaria frente al espectador.

Soy una seguidora... fanática de Sumito.

Me encanta su programa por tv, ese sabor latino... ese

Sabor a Venezuela

sábado, 2 de enero de 2010

Paraguana en la Historia

El estado Falcón recibe su nombre en honor al reconocido militar venezolano mariscal y primer presidente de los Estados Unidos de Venezuela, Juan Crisóstomo Falcón, quien nació en el hato Tabe en la península de Paraguaná, el 27 de enero de 1820.

A su vez, la palabra Falcón tiene su origen en el latino y proviene de “falco, faconis, halcón” y su nombre genérico es Falconidae, ciertas aves diurnas de pequeñas alas punteadas que vuelan rápidamente y son capaces de suspenderse en el aire sobre cualquier punto para atrapar a sus presas.

Este estado posee gran potencial histórico ya que en la península de Paraguaná se ubicaron los primeros colonizadores europeos en 1502 y allí se consolidaron numerosos movimientos sociales y políticos del país.

Los orígenes de Falcón se remontan al año 1527 cuando se funda la ciudad de Coro y recibe el nombre de “Santa Ana de Coro” por Juan Ampíes, quien lo hizo en nombre de su padre por una conquista que recibió el mismo nombre en Santo Domingo.

Sin embargo, las relaciones hispano-indígenas comenzaron mucho antes, gracias a la excelente relación que mantuvo el cacique Manaure, gobernador y guía espiritual de los caquetíos, etnia predominante en esta región noroccidental con los extranjeros durante sus primeras exploraciones.

La mayoría de los pueblos del estado Falcón reciben nombres propios del lenguaje indígena como Carirubana, Maparari, Mauroa, Tucacas, Coro, Chichiriviche, etc.

De esta forma, “Santa Ana de Coro” es el soporte principal de Venezuela para la época, pues desde allí se organizan posteriormente expediciones para descubrir nuevos sitios para poblar como Barquisimeto, Carora, el Tocuyo, Guanare, entre otros.

A diferencia de otras regiones del país, el proceso de cristianización fue poco traumático ya que las reglas de vida de los caquetíos incluían normas propias del esta religión. Gracias a esto, Coro constituyó el primer asentamiento urbano y, luego de la construcción de la Catedral, el primer obispado de Venezuela, con una edificación que fue inspiradora para otras de la época.

Desde ese momento, la ciudad se convirtió en el punto de salida hacia otras regiones que iría conquistando. Pero en 1528, tras la entrega de la región a la compañía alemana Welser, la historia cambió: Ampíes fue asesinado y la misma suerte corrió Manaure por la sed de ambición del entonces gobernador Ambrosio Alfinger. Tras su muerte en 1533, el pueblo, cansado de los atropellos, toma el cabildo y entrega el poder a los alcaldes Francisco Gallegos y Pedro de San Martín, que demostraron ya desde ese momento el espíritu libertario y de justicia que lo caracterizaría durante todo el proceso independentista.

Luego de esta etapa, la ciudad evolucionó trabajosamente, pero de nuevo se vio devastada tras el primero de dos ataques piratas en 1567 y 1595 por corsarios franceses e ingleses respectivamente.

A pesar de los obstáculos, la excelente ubicación y la cercanía del Puerto Real de la Vela, logró concentrar buena parte del comercio de exportación centro-occidental, cubriendo las zonas de Los Andes, Maracaibo, Santo Domingo, Río Hacha, Santa Marta y Cartagena. Sufrió un duro golpe al invadir los ingleses por segunda vez en 1659 y recibir una violenta tempestad, posiblemente un ciclón que dejó un largo recuerdo entre los corianos, pero no los amilanó. Se dedicaron a desarrollar actividades agropecuarias que se daban fácilmente en estas tierras, fortaleciendo un carácter rural que sólo desaparecería durante el siglo XVIII.

Afortunadamente para la ciudad, el resultado de esta estrategia se tradujo en un alto crecimiento de la urbanidad y progreso.

El 10 de mayo de 1795, José Leonardo Chirinos inició en Curimagua un movimiento que ha sido justicieramente catalogado entre los precursores de la Independencia y de los derechos de los esclavos, y en 1818, Monseñor Mariano de Talavera y Garcés junto a Josefa Camejo, empiezan a mover con habilidad y astucia los hilos de la conspiración.

Finalmente, en 1821, gracias al empuje de las tropas del general Urdaneta, un grupo de patriotas atacó Pueblo Nuevo (Paraguaná), y se apoderó de la ciudad, estableciendo un régimen republicano, “la Primera Colombia”, que significó el inicio efectivo de una guerra particularmente asoladora: se destruyeron varios asentamientos y poblados indígenas y el éxodo masivo de corianos capaces agravó más la situación.

Pero el triunfo de la causa federal en 1863 significó para Coro un tímido y fugaz esplendor, debido, sin duda a la actividad del Mariscal Juan Crisóstomo Falcón, presidente de la República. A él se debieron muchas iniciativas en el área de infraestructura y fortalecimiento del concepto de la corianidad.

Aproximadamente, a la mitad del siglo XIX, los judíos establecidos en el estado lo reconstruyen tanto arquitectónicamente, como económicamente. En la península de Paraguaná se encuentra la refinería petrolera más grande de América Latina, lo que generó una creciente inmigración a la ciudad de Punto Fijo. Anteriormente, el estado Falcón se estableció como la provincia de Coro, pero después de la Guerra Federal, se declara Estado Independiente de Coro. Sin embargo, en la constitución de 1874 es que comienza a llamarse Falcón, como actualmente se conoce.

Inicialmente el estado Falcón figuró en los mapas como la Provincia de Coro. A este hecho se une una generación gestada en el último tercio del siglo XIX, donde poetas e intelectuales, rescatan crónicas y retazos de la historia, ayudados en buena parte por el invalorable legado arquitectónico que fue objeto, junto a La Vela de Coro, del título honorífico de “Patrimonio Cultural de la Humanidad” que otorga la UNESCO en 1993.